A bordo de su trineo tirado por renos, el tradicional personaje navideño ha vuelto a traer la ilusión a los más pequeños.
Hemos estado con algunos de ellos mientras abrían sus regalos.
Aún no había salido el sol en este 25 de diciembre cuando pasillos y salones de muchos hogares se llenaban de sombras tambaleantes, carreras desenfrenadas y frases de asombro.
A bordo de su trineo tirado por renos, Papá Noel ha repartido la pasada Nochebuena millones de regalos en todo el mundo a quienes se han portado bien este año.
La tradición navideña se repite un año más y, aunque nadie haya logrado ver al personaje tampoco en esta ocasión, su paso ha sido evidente: regalos y más regalos, paquetes esperados o sorpresa en otros casos, pero siempre abiertos con ilusión, sobre todo entre los más pequeños.
Por eso en este día de Navidad se han repetido las caras de asombro, o de incredulidad, por eso las casas parecían iluminadas, aún sin luces encendidas. Porque se he vuelto a producir el milagro, el más enigmático, el que volverá a repetirse en la noche del cinco de enero: el milagro de la inocencia.