Richard Westfall, biógrafo del gran Isaac Newton, uno de los más grandes científicos de la historia, hombre meticuloso al extremo y auténtico paranoico en muchas cuestiones, pudo cuantificar cómo organizó su tiempo el genial físico y se llevó una desagradable sorpresa al constatar que el autor de la ley de la gravitación universal dedicó más de dos terceras partes de su tiempo a desarrollar doctrinas esotéricas.